ARTECON: 30 AÑOS DE VIVENCIAS. Nota 16. Escriben hoy: María
Emilia Mariani y María Laura Santos
Un comedor escolar, un día de los
´90.
Nuestra
primera “reunión”. Llegamos en bici, 6 amigas con demasiadas expectativas y
muchas preguntas. Atravesamos el pasillo de columnas con nuestras bicis,
estacionamos (amontonamos las bicis en una pared), entramos, y ahí estaba
nuestro querido Chama, sentado en un
banco, esperándonos, en el medio de un espacio vacío de tonalidad gris, no se
presentaba y nosotras tampoco. Nos sentamos las 6 en un banco frente a él. Y
por fin la presentación:
-
Soy Chamaco.
A
partir de ese momento toda la reunión se tiño de tentadas colectivas, cuando
una paraba de reírse la otra comenzaba y así, sin poder parar casi en ningún
momento y sin dejar avanzar la reunión. Una hablaba y las otras 5 movían el
banco, conteniendo la carcajada. Esto que duró no sabemos bien cuánto, fue una
eternidad, pareció una reunión de horas. La noción del tiempo se distorsiona. Y
más aún si contamos algo que fue hace mucho tiempo. Así nos conocimos,
riéndonos de nosotros mismos. Y esto no es un dato al pasar, fue algo que tiñó
toda nuestra estadía en Artecon.
Siempre riéndonos. Eso nos destacó, éramos insoportablemente risueñas. Y todo
lo que hacíamos, primero, nos divertía. Tomamos nuestras bicis, con la promesa
de volver la clase siguiente. Y así fue.
En
algún momento, otro día de los ´90 se agregó un compañero, Manuel Mosca, al
cual le hicimos la vida imposible, cosa que soportó heroicamente. Y tuvimos de
profesor algunos viernes a El Mono. Cosas
recordamos de él: el ejercicio de “sondeo sensorial”, en el que manejamos un
Citroen toda una clase, esas veces que despertaba locamente explicando estados,
arrebatos divertidos y necesarios que nos dejaban con los ojos abiertos u, otra
vez tentadas, un buen rato, su pregunta constante sobre las sensaciones y la
espera de la respuesta. El claramente, no hablaba por nosotras, y entendía que
nosotras teníamos que poner en palabras lo sucedido; y por último el día que
vino desde La Plata a ver la muestra, fue un gesto muy cariñoso que todas
agradecimos. La muestra de taller fue en el comedor, “Nadie puede saberlo”,
autor chileno que no recordamos el nombre. 5 locas (interpretadas por Carolina,
Carla, Melina, María Emilia, y Laura; Antonella dejó el taller) y un loco (a
cargo de nuestro paciente compañero Manuel). No podía ser más perfecto todo.
Y
así el año siguiente y así… cada una participó de diferentes proyectos, de
diferentes charlas, mateadas, asados, locros, viajes. Todas tenemos textos que
recordaremos o personajes queridos, a los que aún mencionamos.
Caro
y su japonesita hermosa “.- Soy Tucolita Sacayama, una señola muy oriental,
tengo letoltas y plovetas, que utilizo pala experimental…” (Texto acompañado de
una mini explosión en un tubo de ensayo, que muchas veces hizo arder los ojos
de Caro hasta el llanto).
Mari
en su inolvidable Bruja Maruja. Que la volvió a conectar con lo sensible, y lo
lúdico del teatro.
Carla
en su Rana René, personaje que le costó más que un disgusto por el vestuario
que requería, a saber: ¡calza verde híper ajustada!
Melu,
en Mongorito y el lobo, grabando con su hermosa voz muchos de los temas de la
obra.
Lau,
repitiendo “.-El silencio grita, yo me callo, pero el silencio grita”, en
Dolores de “La Malasangre”.
Ahora
todas, de alguna manera, somos teatreras. La una volvió para cantar, la otra
nunca se fue, las otras dos se sientan para ver, y cada tanto puertas adentro
participan del hacer. Así con verso y todo.
María
Emilia Mariani y María Laura Santos.
María Laura Santos, es actriz y Profesora de Teatro,
María Emilia Mariani, es Psicóloga, ambas viven en Buenos Aires. Las dos son
egresadas de la Promoción 95 del Taller de Adolescentes del Grupo. Laura
participó en dos obras con 17 funciones: La Malasangre y Tartufo. En tanto
María Emilia realizó 4 obras en el grupo con un total de 38 funciones: El
Tesoro del Cofre de la Casa de la Bruja, Pampa del Infierno, Mongorito y el
Lobo y Tartufo.